El ligamento cruzado anterior o LCA es un ligamento cruciforme importante que conecta la parte superior de la pierna y proporciona estabilidad a la rodilla. Es una de las estructuras más comúnmente lesionadas en la rodilla. Se estima que alrededor de 200,000 lesiones del LCA se producen anualmente, y alrededor de 100.000 reconstrucciones de LCA se realizan cada año. Lesión del LCA es más alta entre los atletas que participan en deportes de alto riesgo, incluyendo baloncesto, fútbol, y el esquí.
Lesión en el ligamento cruzado anterior puede resultar en la ruptura parcial (más común) o completa del ligamento. El tratamiento quirúrgico consiste en la no reparación del ligamento, ya que generalmente termina en fracaso, pero se consigue sustituir el ligamento roto con un injerto de tendón de otro, por lo general viene del propio paciente (autoinjerto). Reconstrucción de la LCA se considera que es un procedimiento seguro. La tasa de éxito de la cirugía LCA está entre el 82 y el 95%. Algunos pacientes, sin embargo, experimentan inestabilidad de la rodilla recurrente y otras complicaciones de fracaso del injerto. Los estudios muestran que hay cinco posibles causas de fallo del injerto y complicaciones de los pacientes. Estos incluyen la discontinuidad de injerto, que consiste en un desgarro o pinzamiento en el injerto, el posicionamiento apropiado del injerto, insuficiencia de soporte (tornillos que no se colocan en su posición correcta), infección, y artrofibrosis. La complicación más frecuente es la pérdida o limitación de movimiento de la rodilla, que generalmente se llama artrofibrosis. La rigidez de la rodilla puede ser debido a la cicatrización y la rehabilitación inadecuada. Algunas personas sienten un poco de rejilla (crepitación) de la rótula después de la cirugía, que puede ser dolorosa, causando limitación en el movimiento. La rótula puede haberse fracturado durante la cirugía o debido a una caída después de la cirugía. Durante el proceso de curación del injerto puede ser estirado, desgarrado o roto, causando dolor y las dificultades con ciertos movimientos. Esto también puede causar inestabilidad recurrente de la rodilla. El dolor de la rótula es muy común después de la reconstrucción del LCA y la incidencia de dolor de rodillas puede estat tan alta como un 42% después de la cirugía. La incidencia de infección post-operatoria oscila entre 0,2 a 0,48 por ciento. Otros problemas incluyen daños a otras estructuras en la pierna, como los nervios y los vasos sanguíneos, adormecimiento alrededor de la rodilla, y coágulos de sangre en las piernas (trombosis venosa profunda). Problema de soporte implica la irritación de los tornillos y grapas que sujetan el injerto a los huesos de las piernas pudiendo causar dolor y el malestar. Muchos expertos advierten que después de la cirugía LCA, la rodilla no puede llegar a ser normal otra vez. Sin embargo, la mayoría de los pacientes pueden regresar a sus actividades normales con la rehabilitación adecuada. Algunos pacientes que tienen dolor de rodilla residual, inestabilidad u otras complicaciones pueden necesitar otra cirugía para revisar la primera reconstrucción del ligamento cruzado anterior.