DEBES CUIDAR SU SALUD DURANTE LAS NAVIDADES Durante estos días de finales de diciembre en los que nos encontramos, coinciden dos hechos que modifican de forma importante algunos de nuestros hábitos diarios. Nos referimos a la llegada del invierno y a la celebración de la Navidad y la entrada del nuevo año. La entrada en la estación invernal conlleva el solsticio de diciembre. Son los días, en el hemisferio Norte del planeta, con menos horas de luz solar y suelen ir acompañados de una acusada bajada de las temperaturas. Esta época se caracteriza también por las fiestas navideñas, con numerosos compromisos sociales que se suceden seguidos: reuniones familiares, con amigos, compañeros de trabajo, etc. Generalmente estos compromisos terminan compartiendo comidas y cenas de celebración, con abundancia de alimentos de alta densidad calórica. Son habituales los excesos en cuanto a comida y bebida, disminuyendo de forma importante el consumo de frutas y verduras y aumentando el de proteínas, grasas (no siempre de alta calidad) y azúcares de absorción rápida (en forma de turrón, polvorones,…). Esta “nueva dieta” se caracteriza por el aumento de alimentos que contribuyen a aumentar la acidez corporal (proteínas y grasas), por la existencia de picos de azúcar en sangre (al abusar de postres y por aumento general de la cantidad total de alimentos consumidos) y por carencias de minerales. Nos alejamos de los hábitos considerados saludables. El ritmo de actividad diaria entra en gran asincronía con el ritmo de la naturaleza. La disminución paulatina durante el otoño de las horas de luz no se corresponden a menos horas de trabajo y actividad. Contrariamente, se dedica mucho tiempo a la preparación y celebración de las fiestas navideñas, y a pesar de los días no laborables, se llegan a producir situaciones descritas como de “estrés navideño”. El cuerpo debe adaptarse a estas situaciones: la llegada del frío, el menor tiempo de exposición solar, la mayor actividad (que puede ser incluso frenética por conseguir un determinado regalo, por preparar cierta comida o por tenerlo todo preparado para los invitados), los excesos y carencias de nuestra “nueva dieta”,… Para afrontar estas próximas semanas, tratando de minimizar los efectos perjudiciales que estos cambios pueden suponernos, puede ser de utilidad el uso de dos complementos fitoterapéuticos: el jengibre y la chlorella.