¿Alguna vez haz alcanzado un bote de helado o un trozo grande de pastel de chocolate cuando te sientes mal? Entonces va a ser una sorpresa enterarte que nuestros sentimientos afectan la manera que elegimos para comer – aquí nos fijamos en la ciencia que está detrás de ello.
Muchos de nosotros hemos sido testigos de la escena estereotipada en películas de comedia románticas, en el que suceden cosas como: el chico rompe con su chica, la chica llora, el mejor amigo de la chica llega con helado y dos cucharas. Una nueva investigación sugiere que hay ciencia detrás de esto, revelando que las personas con depresión leve son más sensibles a los alimentos dulces y no pueden decir la diferencia entre los alimentos altos y bajos en grasa. Estos resultados han arrojado nueva luz sobre la cada vez más compleja relación entre los alimentos y los sentimientos, que sirve como un recordatorio de que la comida no es simplemente para alimentar a nuestros cuerpos. De hecho, la forma en que sentimos acerca de los alimentos involucra factores psicológicos y biológicos complejos que incluso los científicos aún no han llegado a entender. El estudio en cuestión es el primero de su tipo para probar tanto el como afectan (un estado tales como la tensión o la relajación) y el estado de ánimo (un estado que puede o no tener una causa específica – por ejemplo, sentirse irritable después de una discusión) sobre nuestra sensibilidad a ciertos gustos. La investigación fue dirigida por Petra Platte de la Universidad de Würzburg en Alemania y participaron 80 hombres y mujeres. A los participantes se les pidió rellenar varias encuestas para medir la depresión y la ansiedad, así como a responder a preguntas sobre sus cuerpos y estilos de vida. Después de llenar la documentación apropiada, se les pidió a los 80 hombres y las mujeres de ver tres clips de película diferentes; uno de una triste escena en la que un niño ve morir a su padre, uno de una feliz escena donde un hombre se reúne con su pareja y una escena neutra que implica un documental sobre el cobre. Después de cada observación, se les pidió a los participantes a tomar una selección de los líquidos y se les pidió que informe lo que sabía como. El estudio encontró que los que apuntuaron más alto en las medidas de depresión y ansiedad (pero no tienen un trastorno clínico) se volvieron más sensibles a los sabores dulces y amargos después de ver los clips de tristes y felices, pero no podía decir la diferencia entre alta y baja en grasa líquidos. Una serie de otros estudios se han llevado a cabo en el pasado (algunas de las cuales contradice esta nueva investigación) y, aunque nadie parece estar de acuerdo en cuanto a cómo nuestros estados de ánimo afectan a nuestros gustos exactamente – es evidente que hay un factor fisiológico. Sabiendo lo que sabemos sobre el estado de ánimo y la alimentación debería darnos el poder para tomar el control de lo que comemos en lugar de caer presa de los deseos biológicos. Si usted quiere saber más sobre cómo hacer elecciones saludables, hable con su nutricionista que le ayudará. Para obtener más información, consulte nuestra página alimentación saludable .