La fortaleza del sistema inmunológico determina nuestra capacidad de resistir ataques diarios por los organismos nocivos y nos protege del crecimiento de células anormales. A veces, el sistema inmunológico no se activa en sí lo suficientemente rápido para superar a la tasa de reproducción de ciertas bacterias, o la bacteria produce una toxina tan rápidamente que causa un daño permanente antes de que el sistema inmune podría eliminar las bacterias. En estos casos, sería mejor para ayudar al sistema inmune al matar directamente las bacterias ofensivas.